Los códigos QR responden a las siglas en inglés Quick Response codes, y surgieron en 1994 en Japón (en una filial de Toyota) por la necesidad de ampliar la información que contenían hasta el momento los códigos de barras. Su finalidad es almacenar información en una etiqueta que pueda ser leída por algún tipo de dispositivo, hoy en día por cualquier teléfono móvil.
Suelen ser en blanco y negro aunque realmente pueden crearse en más colores e incluso añadir algún elemento gráfico.
Aunque estamos más acostumbrados a verlos en un soporte físico, cada vez se utilizan más en las páginas web.